3erPolo Petrolero
El petro Estado y el referéndum revocatorio
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En un interesante análisis
hecho por el economista Carlos Blanco, éste hacía algunas reflexiones sobre las posibilidades de realizarse o no el referéndum
revocatorio del mandato presidencial que están promoviendo los sectores de la oposición. A mí entender, el mencionado analista
puso en evidencia un asunto crucial cuando afirma: "El referéndum revocatorio sólo es posible si el costo para Chávez de rechazarlo
es mayor que el de aceptarlo". En otra parte de su escrito Blanco señala: "El Gobierno se ha burlado de la oposición y de
las luchas del pueblo democrático. Lo ha hecho porque el costo de burlarse ha sido bajo para su estrategia....al régimen no
le ha importando perder popularidad, no le ha importado aislarse de la comunidad internacional, no le ha importado destrozar
la economía, y las fuentes de empleo. Chávez ha estado dispuesto a incurrir en estos costos porque el precio de irse del Gobierno
por una patada electoral revocatoria será mucho más alto". Otro analista y experto en
estudios de opinión pública, Luis Vicente León, también señaló algo sumamente interesante durante una conferencia a la que
tuve la oportunidad de asistir hace unos meses. Dice León: "¿Se rebelaron los militares en contra de los ascensos de Chávez
o los aceptaron?, ¿Se rebelaron las empresas en contra de los controles de cambio y de precios o tuvieron que adaptarse a
su nueva realidad?, ¿se amotinó la población en contra del juez que le dio la libertad a los pistoleros de Llaguno? Entonces,
¿será que hay un Chávez enfermo, debilitado, y a punta de caramelo que ve la dirigencia opositora, mientras que yo veo otro
poderoso, con recursos y dispuesto a lo que sea para mantenerse en el poder?". En lo dicho por estos dos
agudos analistas, está la clave para entender el grave problema que afecta al régimen político venezolano. Quiero aclarar
que no estoy hablando solamente del actual, sino de todos aquellos que ha conocido y padecido el país en los últimos 27 años. "LA
PRIMA POR OBTENER EL PODER" Para entender este asunto
es menester referirse a un magnífico trabajo realizado por Francisco Monaldi Marturet, titulado "La economía política del
petróleo, los incentivos políticos y el desarrollo petrolero". Monaldi es graduado en politología de la Stanford University,
y fue discípulo del Premio Nobel de Economía de 1993, Douglas North, autor de la teoría de la Economía Institucional, la cual
le valió ganar el prestigioso galardón internacional. En su ensayo Monaldi tiene
un parte dedicada al tema de "La renta petrolera y la democracia". Allí expone entre otras cosas los siguientes: "El problema
consiste en que cuando el Estado posee la mayoría de los recursos económicos en una sociedad" -como es el caso venezolano-
"la prima por obtener el poder se hace muy alta. Estar fuera del poder puede significar quedarse sin los recursos que hacen
posible ganar elecciones en el futuro o peor aun sobrevivir económicamente. Los políticos en el poder tienen incentivos para
que el Estado controle la renta petrolera. Pero el control centralizado de la renta petrolera limita las posibilidades de
lograr una democracia estable al exacerbar los beneficios del poder. Por ello es que crear instituciones que limiten el ejercicio
del poder es aun más urgente en los países petroleros". El Régimen político venezolano
responde exactamente a las características antes señaladas por Francisco Monaldi en su ensayo. Al evidenciarse esta situación
podemos entender el por qué la desesperación de los sectores políticos opositores que fueron desalojados del poder por Chávez,
para regresar al Gobierno, al tiempo que observamos la razón por la cual el chavismo se aferra como una "garrapata" al poder.
Para ambos la prima por obtener el control político y económico del Estado es vital. En una situación de enfrentamiento y
polarización tan agudos como el actual, el perder el poder por parte del chavismo y la permanencia fuera de él por parte del
antichavismo, en Venezuela se convierten en un asunto que puede ser terminal, es decir, de vida o muerte. Monaldi en su trabajo dice
otras cosas interesantes como estas: "Una de las claves para lograr democracias estables en países en desarrollo consiste
en limitar lo que está en juego cuando se gana o se pierde una elección. Si ganar las elecciones y obtener el poder le va
a dar al vencedor una ventaja tal que le permitirá perpetuarse en el poder( como el caso del PRI en México), entonces el perdedor
tendrá pocos incentivos para respetar las reglas de juego democrático". Esta línea de razonamiento
nos lleva a ser pesimista respecto a la realización del referéndum revocatorio. Los últimos acontecimientos políticos y las
más recientes decisiones del Consejo Nacional Electoral respecto a esta consulta refrendaria, confirman los peores pronósticos. Lo que está en juego en nuestro
país es nada menos y nada más que el control del 80% de las divisas que ingresan a Venezuela y el 30% del total del producto
Interno Bruto que genera la nación en un año y el 50% de los ingresos ordinarios del presupuesto del sector público, todo
lo cual, depende de la industria petrolera estatificada y que por tal motivo está en manos de quien o quienes tengan el poder
político en la nación. Si el Estado, que ya tiene por definición el monopolio de la violencia legítima dentro de una sociedad,
además también ostenta el monopolio de la propiedad de los más importantes recursos de la nación y de buena parte de lo que
genera su economía, ¿cómo será entonces el poder y la hegemonía que ese Estado ejerce sobre sus ciudadanos?. La respuesta
a esta pregunta es más que obvia. En Venezuela el costo de
perder el poder y el de estar fuera de él, es verdaderamente inmenso. De allí la rabiosa pugna entre Gobierno y oposición
en este instante. Para que haya democracias estables, tiene que existir alternabilidad en el ejercicio de la función pública.
Esto fue lo que garantizó la permanencia del ensayo democrático luego del derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez.
Betancourt y Caldera montaron el pacto de Punto Fijo y decidieron alternarse en el poder para lograr la estabilidad del régimen
democrático. Esta estabilidad garantizó la sobrevivencia de la democracia en los difíciles tiempos de la década de los 60. Sin embargo a partir de la
estatización del petróleo en 1976, la prima por obtener el poder, que siempre fue alta en Venezuela por ser el Estado el dueño
de los recursos de los hidrocarburos, se hace en lo adelante inmensa, y por la misma razón, el costo de estar fuera del poder
es también enorme para los factores alternativos. Tal vez se diga con razón que durante años está premisa no se cumplió en
Venezuela ya que desde 1968 con el triunfo presidencial de Rafael Caldera, siempre en los comicios presidenciales ganaba la
oposición. Aparentemente era así, pero en el fondo, tanto AD, como Copei formaban parte del mismo emplazamiento político de
hegemonía partidista, sólo que los copeyanos le hacían las vacaciones a los adecos y viceversa cada cinco años. Sobre esta base y sobre el
usufructo de los ingresos fiscales petroleros se montó el bipartidismo. Los partidos políticos ajenos a este condominio tenían
una escasa gravitación en la vida nacional y sus votaciones eran muy reducidas en comparación a las de AD y Copei. INCENTIVOS
HEGEMÓNICOS La hegemonía política expresada
en el condominio adeco-copeyano, fue durante un buen tiempo realmente granítica. Sólo las propias contradicciones internas
y el desastroso desempeño económico de sus gobiernos permitieron finalmente que se descongelara el cuadro político en el país.
Fueron necesarios más de 20 años de empobrecimiento masivo de la población, de caída del Producto Interno Bruto, de fuga masiva
de capitales, de devaluaciones fiscalistas erosivas del ahorro interno de los venezolanos y aniquiladoras del poder adquisitivo
de la moneda y los salarios, paran que el férreo control político de AD y Copei se resintiera. Finalmente fue necesario que
el precio del barril de petróleo llegara a los 7 dólares en 1997 y 1998 para que Hugo Chávez entrara como una tromba en la
política venezolana. Como vemos el control económico
que el petróleo les otorga a los gobiernos venezolanos , sobre todo a raíz de la llamada nacionalización, permitió que los
políticos desarrollaran incentivos hegemónicos que impidieron una mayor pluralidad política y una más sólida y vivaz democracia.
Esto hizo que durante años AD y Copei se resistieran obstinadamente a los cambios y en todo caso, sólo los permitieron muy
tarde , nada más que para salvar el pellejo. De allí que fue necesario
el deslave popular del 27 de febrero del 89 para que aceptaran la elección directa de los gobernadores y alcaldes del país.
Sin embargo, otras reformas urgentes, como algunos en materia constitucional, fueron solapadas o escamoteadas. Se producen
así los levantamientos militares del año 92 frente al autismo de la clase política. Esos incentivos hegemónicos de los políticos
venezolanos dado por el inconmensurable poder que les dada el control de la riqueza petrolera, asfixiaron finalmente al sistema
democrático. El resultado fue el ascenso al gobierno de Hugo Chávez. Chávez desde un primer momento,
claro como estaba de la necesidad de recuperar el control político sobre la industria de los hidrocarburos, lo cual había
sido en cierta forma reducido por las reformas en Pdvsa, y en política petrolera en general adelantadas bajo la presidencia
de Luis Giusti, apuntaló su proyecto político revolucionario valiéndose de la factura petrolera. La cumbre de jefes de Estado
de la Opep en Caracas, los esfuerzos (exitosos) por el aumento de los, precios del barril de crudo, la mayor beligerancia
del Ministerio de Energía y Minas en el interior de la industria y finalmente la expulsión de 20 mil de los mejores trabajadores
de la corporación estatal para poner a ésta bajo el control d consideraciones de tipo políticas y no estrictamente gerenciales,
han hecho que Chávez haya podido mantenerse en el poder sin importarle los costos para esto, ya que el costo de perder el
gobierno es superior al de preservarlo. Todo esto nos lleva a concluir
que la posibilidad de realizar el referéndum revocatorio presidencial será un proceso difícil y tortuoso (bien cuesta arriba),
ya que lo que está en juego es nada menos y nada más que cerca de 20 mil millones de dólares por anuales por concepto de ventas
de crudo (que constituyen más del 80% de las divisas que ingresan al país) y unos 10 mil millones de dólares en promedio por
año de ingresos fiscales provenientes de la actividad petrolera. Todo esto en manos, de manera prácticamente discrecional,
de un solo hombre: el Presidente de la República. Mientras en Venezuela no
se resuelva el problema de fondo que está puesto de bulto en el interesante ensayo de Francisco Monaldi Marturet y que ponen
en evidencia también los análisis y opiniones de Carlos Blanco y Luis Vicente León , no tendremos una democracia sólida y
realmente participativa, y la confrontación política seguirá siendo virulenta dado el enorme botín de guerra que representa
el poder en el país.
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