3erPolo Petrolero
El Estado estafa al pueblo: Con ingresos en dólares, y gastos en bolívares
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En marzo de 1979, Luis Herrera
Campíns se terciaba la banda presidencial de manos del Presidente Carlos Andrés Pérez. Se producía así la segunda transmisión
de poder de un gobernante adeco a otro copeyano; 10 años antes, se había producido la primera, de Raúl Leoni a Rafael Caldera. UN
PAÍS HIPOTECADO En su discurso de toma de
posesión ante el Congreso Nacional, Herrera deja pasmada a la audiencia con su célebre frase "recibo un país hipotecado",
con lo cual exponía elocuentemente el drama de una nación con una deuda pública externa en el orden de los casi 12 mil millones
de dólares y unas reservas internacionales inferiores a los 8 mil millones de dólares. Venezuela no tenía activos financieros
internacionales suficientes para garantizar el pago de sus obligaciones con la banca extranjera. Aquello puso al país de cabeza.
La posibilidad de que Venezuela se volviera a ver en una situación similar a la de 1902 con el embargo financiero a sus aduanas
por parte de las principales potencias europeas, creó gran zozobra. Pero el reconocimiento del problema por parte del nuevo
Presidente hacía ver que se tomarían las medidas para rectificar el errático rumbo que inició el Gobierno de su predecesor. Sin embargo no fue así. 5
años después de haber pronunciado su famosa y lapidaria frase, Luis Herrera Campíns llevó la deuda externa pública a más de
27 mil millones de dólares. No sólo no saneó las cuentas del Estado y canceló sus obligaciones, sino que duplicó sus acreencias.
Todo aquello tenía que terminar muy mal. El 18 de febrero, hace 21 años, Venezuela deja para siempre el cambio fijo del bolívar
frente al dólar a una paridad de 4,30, la cual se había mantenido intacta por 20 años. También, a partir de ese
día la República perdió su estabilidad monetaria, la cual había tenido una longevidad de más de 100 años, desde que Guzmán
Blanco creara el moderno sistema monetario nacional en 1876, con la acuñación de la moneda de plata conocida como "El venezolano"
(basada en el peso fuerte español) y que en 1879 se transformó en el fuerte de plata de 5 bolívares, que era el equivalente
a un dólar. EL
SEGUNDO SHOCK PETROLERO Herrera estaba en 1979 a
las puertas de un severo ajuste fiscal y monetario, que posiblemente le hubiera llevado a un control de cambio y a una devaluación.
Pero los sucesos del Irán, con el derrocamiento del Sha de Persia y el inicio de la revolución fundamentalista islámica, producen
el segundo shock petrolero en menos de 6 años (el primero fue a raíz de la guerra del Yom Kippur de 1973). Los precios del
barril de petróleo pasan de un promedio 13,77 dólares en 1978 a 38 dólares en 1981. Los ingresos fiscales petroleros
aumentaron de 26 mil millones de bolívares en 1978 a 71 mil millones. El gasto público y sobre todo la deuda externa se incrementó
tremendamente al punto que llegó a casi 30 mil millones de dólares, convirtiéndose en la deuda externa por habitante más grande
del mundo. Las reservas internacionales, unos 12 mil millones de dólares, aunque grandes, eran insuficientes para garantizar
el pago de las obligaciones internacionales. CAEN
LOS INGRESOS PETROLEROS En 1982 los ingresos petroleros
caen unos 20 mil millones de bolívares (unos 5 mil millones de dólares al cambio de la época), lo que causa enorme alarma.
Los precios petroleros se habían desplomado de 38 dólares el barril a 30. Para 1983 se esperaba el vencimiento de más de la
mitad de las obligaciones externas, las cuales habían sido contraídas, además de en medio de un enorme desorden, a muy corto
plazo. Tal circunstancia de insolvencia
empezó a generar una masiva fuga de capitales. A esto se sumó la política monetaria adelantada por el Banco Central de Venezuela,
de mantener controladas las tasas de interés a nivel local en un 12%, mientras que en EEUU se llegó a pagar hasta un 20%.
Esto, que parecía absurdo y suicida (como en efecto lo fue) constituyó una fórmula que se instrumentó por las autoridades
del BCV a los efectos de drenar al exterior la liquidez monetaria producto de los enormes ingresos petroleros de los años
79, 80 y 81, y así evitar presiones inflacionarias. La cuestión no funcionó y la descapitalización del país fue enorme. MANEJOS
CONTABLES DEL BCV Para contrarrestar la salida
de capitales y aumentar las reservas, el Gobierno hizo dos cosas. Primero revalorizó las reservas de oro de 42,22 dólares
a 300 dólares la onza. De esta forma, las reservas aumentaron en unos 2 mil millones de dólares, los cuales se convirtieron
en bolívares y fueron declarados como utilidades del BCV que pasaron al Fisco. Igualmente se centralizaron en el BCV las divisas
que Pdvsa tenía en el exterior para efectuar sus pagos internacionales, con lo cual se apuntalaron nominalmente las reservas.
Estos dólares fueron transformados en bolívares, evidentemente inorgánicos, ya que se originaron como producto de manejos
meramente contables sin que ese dinero tuviera un respaldo real en divisas. En medio de una situación
de extrema falta de confianza, los bolívares que pasaron al Fisco como consecuencia de estos manejos contables, vinieron a
financiar el déficit del Gobierno como consecuencia de la caída de los ingresos petroleros. Estos bolívares puestos en la
calle a través del gasto público, se convirtieron rápidamente en dólares que salieron del país, lo que nuevamente puso en
peligro las reservas internacionales. El 18 de febrero del '83,
precisamente en el año de la celebración del bicentenario del nacimiento de El Libertador, la situación se hizo insostenible,
sobre todo en atención al vencimiento de buena parte de las obligaciones de la deuda externa de la República, y nuestra moneda,
que en su memoria lleva el nombre del Padre de la Patria, se tuvo que devaluar de 4,30 a 11 bolívares por dólar en el mercado
cambiario libre que se creó como una alternativa a las paridades fijas preferenciales que se establecieron de 4,30 y 6 bolívares
por dólar. En Venezuela, desde entonces,
se eliminó el cambio fijo, y los sucesivos gobiernos dejaron flotar la paridad cambiaria. Constituyendo los petrodólares más
del 50% de los ingresos ordinarios del Fisco y teniendo el 80% de sus gastos en bolívares, el incentivo para devaluar ha sido
muy poderoso durante todo este tiempo. Los gobiernos devalúan para abaratar en dólares su gasto público (que se hace en bolívares)
a la hora que no le cuadran sus cuentas fiscales. Los que pagan los platos rotos son los ciudadanos, que ven destruido su
ahorro en moneda local y la capacidad adquisitiva de sus salarios, ya que los precios en nuestra economía están totalmente
dolarizados. LOS
OTROS "VIERNES NEGROS" Recientemente ha habido dos
nuevos "viernes negros" en la historia monetaria venezolana. El pasado viernes 14 de noviembre del 2003, por primera vez en
la historia, un bolívar se cotizó por debajo del peso colombiano. El otro es aún más reciente, el viernes 6 de febrero del
2004, cuando se pasó oficialmente la paridad cambiaria de 1.600 bolívares por dólar a 1.920. Los expertos hablan de otra devaluación
a mediados de año, que lleve el tipo de cambio a 2.500 bolívares por dólar. Esto pica y se extiende. |
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