3erPolo Petrolero
Misión Uslar: Sembrar el petróleo en la gente













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Por Pedro Elías Hernández
















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A propósito de cumplirse el 29 de agosto de 2005 los 30 años de la promulgación de la Ley que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos, mejor conocida como la Ley de "nacionalización" del petróleo, sería interesante utilizar esa fecha emblemática como un punto de inflexión que permita el lanzamiento de un nuevo modelo petrolero para Venezuela que promueva un cambio de paradigma y de la legislación en esta materia, que apunte a la formulación de políticas públicas que estén en sintonía con la importancia estratégica del petróleo, las nuevas exigencias globales asociadas al recurso energético que yace en las entrañas de nuestra tierra y al mismo tiempo con la posibilidad de utilizar los ingentes ingresos petroleros como un formidable instrumento para abatir la pobreza y la exclusión social en el país.

 

En tal sentido nuestra propuesta apunta a conformar un sólido y amplio consenso nacional de largo plazo pensando en el desarrollo del negocio de los hidrocarburos para los próximos 30 años y en la forma que éste puede contribuir a generar bienestar para los venezolanos.

 

LAS FASES DE LA ERA PETROLERA VENEZOLANA

 

Los ciclos o fases de la era petrolera en Venezuela corresponden a períodos de más o menos tres décadas. Este correlativo histórico es fácil de evidenciar si observamos que la primera fase se da precisamente entre 1914, año de la aparición del primer pozo con potencial comercial, y 1943, año de la promulgación de la Ley de Hidrocarburos durante el gobierno del general Isaías Medina Angarita (1941-1945) que constituye un hito histórico en lo que respecta a la relación entre la nación y su riqueza petrolera. La segunda fase va desde 1943 a la nacionalización en 1975; la tercera fase comprende desde el 75 al 2002-2003, cuando se deroga por parte del actual gobierno, las leyes del '43 y de nacionalización, para posteriormente estallar el grave conflicto petrolero de esos años.

 

La cuarta fase debe iniciarse en el año 2005 con una propuesta que relance nuestra industria de los hidrocarburos en función de dos premisas:

 

a) Una estrategia de cara a las nuevas realidades geopolíticas y energéticas que caracterizan la situación internacional en el inicio del Siglo XXI, a saber: terrorismo global, (ya sea étnico, político o religioso), incremento de la demanda, aumento de la producción y situación de las reservas de hidrocarburos a nivel mundial.

 

b) El cambio del modelo de asignación de los beneficios del negocio petrolero entre los venezolanos y la necesidad de una amplia reforma del aparato estatal mediante la sustitución del modelo del Petro-Estado por uno que profundice y amplíe la democracia económica y política en nuestro país.

 

ENTORNO ECONÓMICO Y ENERGÉTICO

 

El modelo de Petro-Estado que desde 1975 predomina en Venezuela se revela en este momento agotado y claramente ineficiente para darle respuesta a las nuevas exigencias energéticas a nivel mundial y para generar crecimiento económico y bienestar entre los venezolanos. Las pruebas están a la vista. Por una parte la legislación venezolana de hidrocarburos vigente no ha sido todo lo atractiva para el capital privado, nacional y extranjero, lo que está conduciendo a un proceso de desinversión en el sector, ya que el Estado, por sí solo, no tiene el suficiente músculo financiero para acometer el esfuerzo de capital intensivo que se requiere a fin de expandir la producción petrolera venezolana. Por otra parte, vemos cómo el efecto locomotor y de reactivación económica que antes generaba el sector de los hidrocarburos ha perdido impulso, pues en la actualidad estamos viviendo una severa contracción de la economía y se ha devaluado por primera vez nuestra moneda, todo esto en medio de un prolongado período de altos precios del barril de crudo.

 

La explicación es muy simple, el Estado venezolano se ha convertido en un enorme parásito, cuyas dimensiones ya abruman al cuerpo que parasita: el sector petrolero nacional. De esta forma vemos, por ejemplo, cómo el peso que constituye el servicio de la deuda pública interna y externa contraída por la voracidad fiscal de los gobiernos de turno, consume en la actualidad casi la totalidad del ingreso que por concepto de los hidrocarburos percibe la república. El petróleo no alcanza ya para sufragar los gastos ordinarios y de inversión del aparato estatal. Más deuda (a cuenta de la factura petrolera) y devaluaciones fiscalistas, son las fuentes del financiamiento del sector público.

 

Como accionista, el Estado también ha sido un rotundo fracaso, ya que en su condición de dueño del recurso, de la industria y del capital, en el presente su participación proveniente del negocio de los hidrocarburos, sólo representa el 24% del total de los ingresos brutos de la industria. Antes de la llamada nacionalización, el Estado llegó a percibir por la vía fiscal hasta un 60% de la factura petrolera y en los primeros años de la estatización este porcentaje llegó hasta un 75%.

 

El incremento de la demanda internacional de crudo presionado por el crecimiento de las economías del mundo desarrollado y por los enormes requerimientos energéticos que impone la expansión económica que experimentan la China y la India, permiten visualizar, por un lado, la necesidad de ingentes inversiones para la exploración y hallazgo de nuevos yacimientos petrolíferos y gasíferos que eleven las reservas probadas de hidrocarburos a nivel mundial, a fin de evitar un colapso energético a mediano plazo, dadas las estimaciones respecto al ritmo de aumento del consumo de energía de origen fósil en los próximos 30 años, y por otro, la enorme oportunidad que en este sentido tiene Venezuela en tanto su condición de nación con las reservas probadas de petróleo convencional y gas más grandes del hemisferio occidental y con las mayores del mundo en crudos no convencionales.

 

Durante las tres décadas de la estatificación petrolera se pusieron en ejecución varias visiones económicas para hacer realidad el viejo sueño del que tanto hablaron desde los años 30 del siglo pasado, dos preclaros venezolanos como Alberto Adriani y Arturo Uslar Pietri. Nos referimos a la idea de "sembrar el petróleo". En el transcurso de los primeros años de la llamada nacionalización, se financió a manos llenas con el ingreso de los hidrocarburos el modelo del Estado empresario, también conocido como capitalismo de Estado, una suerte de engendro que combina todos los vicios y ninguna de las virtudes de las ideas socialistas (que son muy pocas) y todos los vicios y ninguna de las virtudes del modelo capitalismo (que son muchas). En este sentido, se intentó sembrar el petróleo a través del desarrollo de empresas básicas de propiedad estatal; o subsidiando sectores económicamente ineficientes, pero políticamente influyentes. El fracaso de la llamada Gran Venezuela (período 1974-1979) es un claro ejemplo de lo errado de esta visión. Luego se intentó sembrar el petróleo en el seno de una industria petrolera estatizada, convirtiendo a la corporación estatal Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (Pdvsa) en un holding constituido por más de 190 empresas propiedad del Estado venezolano, lo cual se manejó de forma poco trasparente produciendo enormes ineficiencias y aumento de costos en la compañía.

 

Ambas visiones económicas antes referidas que pretendieron sembrar el petróleo y asignar sus beneficios a través del modelo del Petro- Estado, generaron enormes distorsiones económicas e inequidades sociales. El proceso de empobrecimiento experimentado por el país los últimos 27 años habla por sí solo. Entre 1978 a 2003, la pobreza extrema en Venezuela (personas que no obtienen ingresos para sufragar sus necesidades alimentarias) pasó de un 13% de la población a más de un 30%, y la pobreza relativa (personas con ingresos para costear sus necesidades alimentarias, pero insuficientes para sus gastos de vivienda, salud, educación, vestido y recreación) subió de un 30% a casi un 60% en el mismo período.

 

Ahora es necesario iniciar una nueva etapa dentro de la cuarta fase de la era de los hidrocarburos en Venezuela. Se trata de sacarle provecho a este, posiblemente, último envión petrolero mundial, antes que la importancia de los combustibles fósiles llegue a su fin.

 

EL PETRÓLEO Y LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

 

La sociedad del conocimiento, en donde la informática, la ciencia y la tecnología constituyen fuentes de valor económico tanto o más poderosas que los recursos naturales o financieros, pone su acento en el desarrollo y formación de los recursos humanos. Por eso, el petróleo debe sembrarse ahora fundamentalmente en la gente para garantizar que Venezuela pueda contar con una población sana, educada, preparada y con calidad de vida que pueda hacerle frente a las transformaciones que nos deparan las venideras décadas, sobre todo de cara al eventual impacto de las nuevas olas energéticas que experimentará la humanidad. Esta, sin duda, es la responsabilidad social del Estado venezolano en la presente hora.

 

Para lograr este propósito es menester pensar en un nuevo papel del petróleo en la sociedad venezolana y en modernas y más directas formas de asignación de los beneficios económicos del negocio de los hidrocarburos dentro de la población venezolana.

 

Los beneficios que generen los activos públicos, en especial los referidos al sector petrolero, deben transferirse directamente a cada ciudadano para constituir un nuevo modelo de asignación de estos recursos sustentado sobre la base de mecanismos de libre selección que fortalezcan la soberanía económica de las personas.

 

Sólo así se alinearán los intereses de la población con los de la industria de los hidrocarburos, lo cual creará poderosos incentivos materiales dentro de la sociedad venezolana para expandir el sector, maximizar las ganancias y los rendimientos del negocio, protegiéndolo frente a indeseables influencias políticas, ideológicas o corporativistas. Los ciudadanos venezolanos serán dolientes de la industria petrolera y las decisiones que se tomen respecto al manejo de la misma tendrán que ser transparentes y determinadas por consideraciones de costo beneficio, en donde se privilegie la excelencia, la eficiencia y la productividad.

 

De esta forma, la meritocracia en la industria petrolera dejará de ser un valor corporativo de unos pocos, para convertirse en una divisa nacional que beneficie a todos.

 

MISIÓN USLAR

 

Es por eso que desde la Asociación Civil Petróleo para el Pueblo estamos fundando el Centro de Divulgación del Conocimiento Político Petrolero. Esta institución se constituye con el propósito de sembrar en la conciencia de los ciudadanos de este país su condición de legítimos propietarios del recurso y la industria petrolera, y ponerles en sus manos herramientas para hacer valer sus derechos como tales. La institución se propone contribuir a formar un nuevo paradigma petrolero para Venezuela que nos permita estar conscientes de las enormes oportunidades económicas que nos puede aún brindar el petróleo como palanca para abatir la exclusión social y la pobreza y la gigantesca responsabilidad que entraña el hecho de tener en nuestro subsuelo un recurso energético vital para el destino de la humanidad en las venideras décadas.

 

A esta iniciativa le hemos dado en llamar Misión Uslar, en homenaje al intelectual y pensador venezolano más importante del Siglo XX Arturo Uslar Pietri, "el amigo visible" visible que desde los años 30 nos vino hablando de la siembra del petróleo. Desde Maracay y para toda Venezuela, echamos a andar este fascinante proyecto que consta de talleres, seminarios, charlas y foros, organizados en las barriadas, urbanizaciones, liceos, universidades y en donde quiera que se nos invite.
















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